20 de diciembre de 2017

EL CONEJO VENDRÁ CAP#1 GANZÚA.

EL CONEJO VENDRÁ CAP#1 GANZÚA


EL CONEJO VENDRÁ CAP#1 GANZÚA

FANFIC DE SIEMPRE AL OESTE, CUESTE LO QUE CUESTE


EL CONEJO VENDRÁ CAP#1 GANZÚA

FANFIC DE SIEMPRE AL OESTE, CUESTE LO QUE CUESTE 

DE AUTORA:Celia Navidañó (@BrujadelTeatro)


EL CONEJO VENDRÁ CAP#1 GANZÚA



La luna brilla llena con fuerza, pero a través de muros blancos de concreto, Capucha Mostaza no la puede ver, desde afuera de la ventanilla la luz del pasillo se filtra y ojos morados rondan un blanco acolchado—.EL CONEJO VENDRA—.confundida, repite gritando y si la tela no apretara también movería los brazos, una que no es mostaza.


Muy lejos de allí, de la habitación, de la pera que es su mundo, una cornamenta se agita con delicadeza en el vacío entre las posibilidades, allí donde el tiempo no existe y solo habita un dúo, los colmillos asoman cuando la sonrisa rompe la línea fina en su rostro de porcelana.

Ajena a la negra y vacía mirada, desde una distancia impensable, clavada en ella, se sacude, con resultados más que inútiles.

Su garganta seca, con la voz convertida en un susurro, se recuesta lo mejor que puede contra la pared acolchada, sus brazos enrojecidos levemente en el interior del cartucho de tela por la fricción inicial, sopla con fuerza para quitarse los mechones de un lado de su cabeza, esperando evitar que se peguen con las lágrimas que comienzan a brotar, desdibujando las almohadillas en un muro liso.

Cierra los ojos, con las gotas delineando su cara hasta caer por su barbilla, sin la visión, puede sentir mejor sus pies desnudo rozar la tela en el piso, acomoda las piernas como si eso pudiese compensar la incapacidad para liberar su torso.

Trata de ordenar sus recuerdos entre respiraciones rápidas, pero pronto llega a un muro imaginario pero tan real como la picazón en la yema de los dedos por el calor en el interior de la camisa, como si toda su existencia se resumiera a el instante en que comenzó a gritar, incluso esas palabras ahora carecían de sentido, no eran más que sonidos, tanto como si hubiera gritado que una chaqueta era su amiga o que alguien pudiese comunicarse con las aves, cosas que para ella ahora no tenían lógica.

Pero muy en el fondo como un retumbar lejano, algo le decía que si lo grito fue por algo, que si insistía podría derribar ese muro, lo intento, lo intento y solo una migraña gano, con el retumbar mesclado con el dolor en las cienes.

Cuando los volvió a abrir, allí seguía la luz pasando en Angulo, permitiéndole ver el techo del pasillo, que era lo que podía observar desde su posición media sentada, media arqueada hacia adelante, eso contrastaba con el resto, de no ser por la rectangular perilla de acero, pasaría por la ventana de un pared y no la de una puerta acolchada.

Respira ya sin agitarse pero aun con bocanadas largas esperando que eso le ayuda a calmarse, se deja caer con el control que tiene y queda mirando el techo, también blando en la parte que se ilumina, hay otras oscuras, lo que es estúpido—.«No es que alguien pueda caminar por la paredes, ¿verdad?»—.su mente inquieta comienza a armar esa imagen, hasta que le da forma al ser, cuando comienza a cabecear y empieza a entrar en el límite del sueño y estar despierta. 

Halas negras como de cuervo brotan y se expanden hacia los lados, su rostro oculto tras la silueta de la capucha, que se agita pero no lo devela con el aleteo de sus miembros, rotando sobre si, logrando ángulos imposibles para un ave real, hasta que las garras se aferran, terminando el movimiento, que le deja de cabeza abajo, vertical al techo. 

Las ha guardado contra su torso de tela, amarilla, afina los ojos y niega con la cabeza es, entendiendo que ese no es el color, el color de la capucha es… 

El chirrido de la perilla moviéndose la distrae y como si nunca hubiera estado, se pierde entre la bruma cada vez menor que se consolida en el punto oscuro en una esquina de la habitación, hasta desaparecer en él. 

Entrecierra los ojos por la luz que le da de golpe, ya no contenida por la ventanita, ahora la puerta está abierta completamente y en el marco de ella una silueta algo bajita se divisa, por ella. 

—.Vaya con que hoy tampoco puedes dormir—.suelta burlona la bruma que comienza a tomar forma, tiene la cabeza firme hacia un lado, con el resto de cuerpo aun queriendo mirar al techo, una bata blanca parece que parece llegarle hasta los tobillos. 

Pero no lo noto, su mirada estaba en esos ojos azules, flanqueados por las líneas rubias de su pelo, algo muy al fondo de su mente regresa y atraviesa, tumbando un ladrillo en el proceso, un nombre—.ALICIA—.logro formar con un calambre que se iniciaba en la base del cuello, pero no le importo, su cuerpo reacciono por instinto haciéndola girar, sacudiéndose la pesadez de encima y levantándose torpemente, para dar un par de pasos y caer contra el suelo, que le suavizo la caída, ahora solo miraba sus botas. 

—.Señorita…—.tocio como si estuviese buscando las palabras y la señorita aprovecho para girarse sobre si de nuevo con brusquedad, al tener que hacerlo con la fuerza de su espalda y no con los brazos que seguían atados, el rostro de Alicia se asomaba en el borde de su visión, con una expresión entre sorpresa y desagrado, más de lo último. 

—.tengo que darte méritos…esta vez, debió serte difícil arrancarte el identificador—.en un tono que buscaba ser de aliento, pero termino siendo fingido o talvez esa era la idea, pero no parece importarle a la chica, por su parte se está esforzando por erguirse nuevamente, pero solo logra abdominales mal hecho, dando la imagen de una oruga retorciéndose. 

Escucho el portazo aunque débil, allí estaba, no pudo verlo desde su posición, pero Alicia había empujado la puerta con una mano, mientras la otra se mantenía en su bolsillo, como rebuscando algo, tampoco pudo ver que más allá del corredor, repleto con habitaciones y bajando la escaleras de metal que daba al comedor, el viejo reloj marcaba las 3:00 AM, entre sillas subidas a la mesas y un lugar casi vacío. 

Pero eso no le afectaba más allá del sueño que empezaba a regresarle como un bostezo a pesar de sus intentos y la tensión en su cuello, mismo que no compartía la figura que deambulaba buscando un aperitivo por allá a pesar de que oficialmente las puertas se cerraban a la 11:00 PM con candado y llave. 

Una sonrisa tranquila se le dibujo, afuera de la ventana de barrotes, apenas en la cornisa de esta, un gorjeo se escuchó por el silencio de la calle y la paloma se volteo hacia la fuente del sonido, cuando hayo un tesoro para sí, un pastel de chocolate a medio comer, incluso tenía una fresa algo pequeña, pero hay estaba. 

Sus piernas se flexionaban, para terminar sentada su lado, sin mirarla, prefiriendo observa los huequito que separaban las almohadillas, espero hasta que se tranquilizara, parecía resignada como si el episodio se repitiese a menudo. 

Cuando volvió a cansarse, por el sueño o por el esfuerzo que hacia su menta tratando de agolpar toso por ese pequeño espacio, que le nombre dejo al pasar, se quedó viendo a la muchacha, no estaba segura, se veía en su mueca, talvez por el Angulo parecía tener tan solo quince, pero se esfumo cuando dentro de su mente un sonido se escurría, disparos, muchos disparos y una risa altanera de una pequeña comandante. 

La pared tembló, Ellos corrían, sus pisadas hacían eco, por el pabellón que les envolvía, pero del cual ni se veían los lados, ni el techo, siguiendo por la intuición de su acompañante, ella especialmente para no ser engullida en las garras de la oscuridad, un ligero temblor que se empezó a sus manos se extendió a todo su cuerpo, ese recuerdo había desaparecido, un grito transformado en un hilito, cuando le sacudieron el hombro con fuerza, regresándole a la habitación. 

—.has tenido una pesadilla lucida, ¿verdad?—.remato con dulzura, que parecía cierta, pregunto por cortesía, porque parecía saber la repuesta, por la expresión de su rostro, había cambiado de posición, no, era otra cosa ya no miraba el techo y podía sentir la palma sobre su espalda, le había ayudado a sentarse y de igual manera a recostarse, aunque no quería admitirlo mientras caminaban tuvo que poner su peso para apoyarse sobre la otra, que era ligeramente más baja. 

Ahora se quedaban viendo, como un concurso de mirada para ver quien caía primero, pero fueron sus ojos morados los que primero se cerraron por el cansancio, para cuando los abrió, una sonrisita se dibujaba en el rostro de ella. 

—. ¿Qué hago aquí?—.pregunto resignada y esquivando los grandes ojos azules. 
—.Joder; ahora también tienes amnesia retrógrada—.se rasco el mentón, ella ladeo la cabeza confusa por el termino y por qué una persona de esa edad lo conocería, significase lo que significase, se le hoyo muy técnico.
—. ¿Qué tengo que?—.atino a decirle sin dejar la confusión.
—.si debe ser eso, bueno ahora tendré que cambiar tu medicación—.termino con pesadez y sin darle explicaciones—.Haber la semana pasada me estabas contando de ese almacén ¿lo recuerdas?—.elevo los ojos y en una mueca de su boca presionando sus labios, como si con eso buscase con más fuerza en sus recuerdos, pero solo botaba con la pared, del otro lado se escuchaba, la bocina de un barco lejana y las gaviotas. 

Termino negando con la cabeza, aparto el mechón soplando un poco—.Hable con Tigo, porque…—.afino los ojos y dejo inconcluso el resto esperando que Alicia lo complete y esta apartándose el pelo rubio detrás del hombro, le quedo viendo. 

—.soy tu Psiquiatra a cargo, entonces el golpe debió ser más fuerte de lo que parecía—.se quedó en silencio, como diciendo algo para sí misma, golpeteaba los dedos sobre la pierna de la chica encapsulada, la aparto a un lado y se quedó golpeteando el aire, sin darse cuenta—.es un lastima habíamos avanzado mucho estas semanas—.
—.«¿Psiquiatra?»—.Su rostro delgado, sin ojeras, pensaba que era el Angulo, pero sin darle más vuelta—. ¿No eres demasiado joven para ser Psiquiatra?—.fue lo que su lengua boto con sequedad y que le hiso arrepentirse de decirlas. 

Una línea amarilla se agita por su suspirar, sus manos, incluso la que aun rebuscaba, deja el bolsillo para enmarcar su rostro y en una mueca de dulzura demasiado remarcada para no ser a posta, con las manos extendidas a lo largo del borde su rostro, resaltando su mirar. 

La chica contenida, con el cuerpo presionado sobre la superficie suave, más aun, retrocediendo por esta inesperada reacción, luego de tratar de zafarse del amarre, si pudiera le apartaría con una mano, pero se le queda viendo, como si esto levantase un campo invisible. 

—.Gracias, me viene de familia, tengo veinte; cabezona—.remata en una sonrisa, y antes de que pueda reaccionar, sus mano desarregla el lado con cabello largo de ella, masajeando en el movimiento la piel del otro lado—.vale que aún no termino, pero si me han asignado para apoyarte, será por algo—.ella bufa y pone los ojos en blanco, esperando a que acabe de desordenarle el peinado. 

La mano vuelve al bolsillo ya más tranquila, hasta que emerge sosteniendo entre sus delgado dedos una capsula de color azul, un calmante de uso común que se usa con aquellos que padecen de insomnio crónico, que de otra manera se pasarían en pie toda la semana y morirían eventualmente por agotamiento físico y mental. 

—.tómatelo te ayudara a sentirte mejor, ya sabes a poder cerrar los ojos—.insistió, cuando ladeo la cabeza, primero negándose, ante un extraña que no lo era tanto y que para el momento aunque un aparte de ella le decía que era la primera vez que la veía, la otra traía el rugir de las balas y la opresión en el pecho que comenzaba a subir cuando la escena se desdibujaba en una oscuridad que no existía. 

Ahora el pesar de su cuerpo y el sueño, se habían ido lejos como el ave que vio. 

Sacudida por Alicia, la negrura se retrajo en la luz que siempre estuvo allí, iluminando a través de la ventanilla, algo pequeño en otra situación pero que por ahora era la única muestra de apoyo que había recibido, por costumbre intento extender los brazos, para chocar contra la tela. 

Una pequeña sonrisa curvo los labios de Alicia, que se despegaron en una mueca a la vez que indicaba con la mano libre hacia esto que ahora formaban una O pequeña.
—.no te preocupes, no es que te desmayes de golpe, va por etapas, comienza ligera y luego te vas quedando dormida, dependiendo de si cuerpo siente que quiere hacerlo—.trato de no sonar técnica en un tono tranquilizador y de cierta manera lo consiguió. 

Le tomo unos segundos asentir, los dedos largos se fueron acercando a la boca de la chica con camisa, por instinto busco retroceder, respiro, para entender que no tenía que hacerlo, que además quiera o no terminaría sucediendo, sus labios se despegaron con lentitud, por la saliva cerca formada como un sello en ellos, la pequeña esfera se introdujo y trago con dificultad aún no se reponía de pasarse gritando por un tiempo que no supo medir pero el suficiente para que le costase hacerlo. 

Cuando lo hiso, Alicia volvió a sonreírle, después de asentirle, e igual de improvisto su mano se deslizo sobre su mejilla, hubiese retrocedido pero comenzaba hacer efecto, empezándose a deslizar hacia un lado, cuando ella se puso de pie y se alejó hasta quedarse quieta con la mano sobre la manija—.descansa bien, mañana—.sonrió para ella—.más tarde te traeré otro identificador—.sus dedos descendieron y con presión la puerta se abrió, sacando en un paso casi toda de si hacia el pasillo—.Capucha Mostaza—.deslizo las palabras y cerró la puerta dejándola sola. 

O talvez así fue para la chica recién nombrada, la grietas comenzaban a dispersarse por la pared en su mente, un eco en lo profundo le decía que había logrado un sueño, pero en ese instante otro eco igual de fuerte le susurraba que eso no había pasado, que había sido arrastrada a una vida que no quería, a un vida donde otros le veían feliz estudiando una carrera que no tuvo elección de escoger. 

Como si las palabras dichas por ella fueran un tesoro trato de contenerlas entre su brazos limitados, sintiéndolas suya como si siempre la hubiesen representado, un calor diferente no el de la tela sobre su cuerpo sino uno que surgía de su interior le lleno ante la idea, —.capucha mostaza—.dijo para sí ronca, una sonrisa boba se dibujó en sus labios, el ave aleteo entre la niebla para posarse sobre el techo como si ese fuese su lugar para descansar. 

Sus ojos comenzaban a cerrarse con lentitud, echada de lado sobre la cama que era su piso, sobre el piso que era su cama. 

A velocidad subiendo las escalera dos pares de pasos resonaban en la tranquila madrugada, corriendo, las primera y más veloces amenazando con dejas caer la porción de pastel que había robado de la cocina para él. 

La segundas algo pesadas, tropezando en el último escalón, el guardia no estaba feliz de haberse golpeado la pierna y por saber que si no le alcanzaba no le vería la cara y podría meterlo en la habitación acolchada por indisciplina. 

Aun ninguno de los dos sabía que ya estaba ocupada. 

El otro si aprovecho esta caída para ganar distancia y en una prueba de destreza, bajando lo suficiente la velocidad para poder sacar de su bolsillo una llavecita, conto desde el inicio del corredor, la segunda puerta, metió con fuerza esta y giro, pero no sucedió nada, una mueca de duda se dibujaba en su rostro soñador, una y otra vez sin poder girar, como los paso que comenzaban a caminar por el inicio de la L que formaba el corredor y que él ya había superado. 

Del otro lado las sábanas blancas arropaban un cuerpo del que solo contrastaban las líneas largas pelirrojas de pelo sobre el conjunto a la izquierda un espejo roto de una esquina y al otro sobre un pequeño estante, descansado en Angulo, un sujetador. 

—.Mierda, gire a la derecha—.si pudiera se golpearía la frente por su estupidez—.en vez de la izquierda—. Continuo, con la palma extendida sobre el plato descartable, guardo la llavecita y rebusco hasta sonreír levemente, una Ganzúa se deslizaba entre sus agiles dedos. 

Una Ganzúa cae, cuando el golpeteo del vidrio al final del pasillo le llama, por lo que asume como una réplica de cansancio, una ala negra pasando fugaz, se agacha y le recoge, incapaz de resistirse a investigar, camina hacia la niebla contenida, volviendo a poner en movimiento la herramienta entre sus dedos y sus paso largos, lleva la mitad de camino el seguratas. 

La línea de metal sostenido desde la empuñadura por dos dedos, como si ya lo hubiese hecho muchas veces antes, su mirar agachado sin notar a la chica del otro lado, que agita los brazos como si lo que estuviese en su sueño recién formado, no le gustase. 

Los pisares se acerca a la esquina de la L, con mirada furibunda el guardia respira fuertemente, en parte por el cansancio de haber estado dando vueltas tras de él y en parte porque si se le vuelve a escapar ya sería la octava vez en el mes que lleva trabajando, oliéndoselas que por eso el puesto estaba bacante, acelero. 

La puerta empieza a abrirse y la niebla a cerrarse, capucha mostaza se despierta, cuando el ultimo signo de oscuridad es tragada, con el morado de sus ojos empequeñecidos y bien abiertos, cuando ve el rostro burlón del joven, que se lleva la manos a los labios y le hace la señal de quedarse en silencio. 

Niega con la cabeza, terminando de quitarse la pesadez lo suficiente para mover las piernas y de paso comprobar que estaba hay—.vamos, ayúdame tú debes entenderme, por eso estas aquí, ¿no?—. , remata sosteniendo el trozo de pastel como ofrenda y poniéndose al lado de la ventanilla para que no le viesen, quien se acercaba, saldando la distancia dentro de la habitación entre ellos. 

Sus piernas tensada le han puesto de pie y a lo lejos puede ver un figura fornida y rechoncha acercarse, que se acerca y con ella los detalles de su ropa camisa de manga larga, corbata sobre el hombro y jean negro. 

La pared se sacude, un grito que quiere emerger de su garganta y su boca abriéndose, pero nada, la gota de sudor bajando por su rostro regordete del otro lado del cristal, una mano se intersecta con rapidez y se va, el sabor dulce enmascarando el enojo y llenando sus mejillas de esponjosidad. 

—.espero te guste el chocolate—.le sonríe antes la mirada de furia y el ligero temblor de su cuerpo, al no poder haber alejado la mano que acababa de prácticamente atragantarla con el plato vacío de testigo. 

Sonríe, con ojos marrones en ella —.Hägermarzen—. Dejando caer el plato y extendiendo su mano, ligeramente temblando, enfundada en la manga larga blanca, cubriéndole las muñecas, una línea atravesaba la pared, algo golpeteaba del lado oscuro, una descarga eléctrica le atravesó el cuerpo—. «Capucha mostaza»—.replicaba en su mente, sin haber terminado de tragar, la electricidad empezaba a chisporrotear por la pequeña brecha, como el guardia acercándose hacia ellos. 


FIN EL CONEJO VENDRÁ CAP#1 GANZÚA

CONTINUARA… 

Nota del Escritor (LS_TOPHER) Cristopher Lopez:

Estimado Lector@,quiero desearte unas felices fiestas y un prospero año que ya viene con fuerza,en que espero de todo corazón se llene de éxitos para ti.

Agradecerte por averme acompañado en esta nueva aventura para mi que es escribir historias con algo de profesionalidad,se que aun me queda mucho por aprender,estoy trabajando duro para mejorar mi estilo Narrativo,espero que los relatos que leíste,lees y leerás sean de tu agrado.

Acompaña a capucha mostaza en esta nueva aventura;que continuara la próxima semana.

Acompaña a capucha mostaza en esta nueva aventura;
que continuara la próxima
 semana.



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