19 de abril de 2017

LILITH LAMIA;CAPITULO UNO.

LILITH LAMIA
CAPITULO UNO.


LILITH LAMIA


CAPITULO UNO

Mis ojos se mueven a través de la blanca pared, en parte porque con la potente luz casi me quema al mirarle y también esperando no verle, pero hay esta, sonriéndome con los mechones oscuros colgando de su enredada cabeza, tapándole en parte los oscuros ojos.

—EH, con que ahora vas de ignorarme—.me lanza como si sus palabras fuesen agujas, sacudo la cabeza, para aliviar el dolor que avanza.

—caya, es tu culpa que estemos aquí en primer lugar—.le suelto golpeando mi frente con la manga que sujeto entre la punta de mis lastimados dedos, siento la tela rozarla, sonrió sin querer al dejar que el dolor me distraiga de la migraña.

—al menos, pudiste escoger un lugar mejor, ya sabes el servicio a la habitación no es de lo mejor—.ahoga una risa. —hasta ahora nadie me ha traído la hamburguesa que pedí—.termina con fuerza, igual que el malestar que me llena la cabeza.

—caya o vendrán, no hace falta que jodas más la situación—.ambas palmas se restriegan, mientras siento el dolor resonándome en la cabeza.

—eres débil cariño, tienes suerte de que estemos juntas en esto—.suelta, no puedo negarlo, sin ella no sé dónde estaría ahora.

—bueno, levanta la cara, que ya viene tu amorcito—.bajo las mangas de apoco para que la luz no me siegue, hasta que veo flanqueada por mi dedos a modo de barrotes.—si te toca, avísame y talvez podamos encargarnos de el—.suelta, con ambas manos conteniendo su cabeza, haciéndome ojitos.

Los pensamientos se arremolinan en mi extraña cabeza, hasta que el crujir metálico de la puerta, me devuelve.

—Como estas LAMIA—.su voz resuena en mí, como si fuese tan solo una carcasa vacía. — mi paciente favorita—.remata y siento como un golpe en el vacío estómago, «mejor así, no debo hacerme ilusiones».

—puedes bajar la luz, por favor—.digo apenas, su blanca bata se gira, después de cerrar la pesada puerta, hasta que deja de quemarme las corneas, lo ha hecho.

Levanto la cara de a poco, apartándome los mechones, su mano se extiende hacia a mí, me quedo quieta.

—venga de pie—.continua con el movimiento de su palma contrayéndose, asiento y luego me quejo por el dolor que no se ha ido del todo.

Proyecto el cuerpo hacia un lado, para ver detrás de él, allí esta ella, mirándose las mugrientas uñas con retaso de piel y sangre.

No parece importarle que este allí, frente suyo, su brazo se proyecta suave, dejo caer las plantas de los pies sobre el acolchado suelo, cuando el ligero reflejo de su reloj me da y su mano se posa sobre mi hombro.

La otra baja hasta uno de sus enorme bolsillo, cuando emerge lo hace sosteniendo un pequeño sobre entre sus largos dedos, se acercan hacia mí, pasan unos segundos sostenida en el aire, hasta que extiendo la palma hacia esta, viendo como el rectangulito, cae sobre mi mano.

—espera un segundo lamia, ya regreso con agua—.asiento mirándole a través de la ventanita enrejada, la mano libre se posa sobre el cristal, viéndole alejarse por el largo corredor, rematado entre verdes paredes, con puertas a lo largo.

Me pregunto si les tratara como a mí.

—eh boba, acaso no aprendes el amor no es para nosotras—.dice desde atrás de mí. —ya ves como acabo la última vez, tuviste suerte de que escucharan tus gritos.

Me giro con fuerza, apretujando el envoltorio, le echo una mirada asesina, mientras un golpe eléctrico me recorre la columna. —te dije que solo me protegieras.

—lo hice pequeña lo moretones en su cuerpo y los cortes fueron un bono—.pasa la lengua alrededor de sus resecos labios, sus grandes ojos me miran, como si fuesen dos pozos de oscuridad. —maldita desagradecida de no ser por ti, habría acabado con ella.

Mi brazo se proyecta sin que lo piense, ahora le señalo, con el puño.

—OH, lo siento—.suelta irónica. —Aun la amas, es eso—.remata regodeándose, en su falsa superioridad.

La puerta cruje detrás de mí, me giro con fuerza, cuando vuelvo a estar frente suyo, me arreglo el flequillo con la mano libre, Liberando un poco la tención del otro, para volver a mostrar el ahora arrugado contenedor.

—Es un nuevo medicamento, te vendrá bien… una toma diaria—.dice golpeándose con los dedos el mentón después de llevar su mirada al rectangulito en mi mano, como si eso le ayudase a recordar datos técnicos sobre su contenido, supongo que se lía con tantas personas a su cargo.

Alargo el brazo para tomar la botella de agua, mis dedos retroceden al sentir el frio del líquido en su interior, me paso la lengua por los labios secos, llevándome el paquete, que rasgo con los dientes, escupo el papel metálico.

Empinándole, para dejar caer las pastilla, paso de las risas de LILITH, que se vuelven gruñidos, cuando el agua fría baja por mi garganta, llevándose la medicación.

El chico ahora tiene el brazo flexionado hacia sí, mirando el reloj, cuando baja el brazo, le veo sonreír, sonreírme. —entonces como te siente lamia—.dice tranquilo.

—bien, doctor, yo…sacudo la cabeza, pero ella está frente a mí, estamos solas en la vacía sala, la sangre le baja por las comisura de los labios.

Su mano, se acerca con fuerza hacia mí, respiro agitada.

—bien, vendré en un par de horas para la revisión nocturna—.suelta con la voz del chico, que vuelve a emerger mientras su silueta termina de desvanecerse, asiento tontamente.

Odio cuando esto sucede, me refriego los ojos, respirando con fuerza, concentrándome en el ruido seco de la puerta volviendo a cerrarse y viendo marchar de nuevo, me dejo caer sobre el colchón, retrocediendo hasta dar con la suave pared, moviendo los ojos para ver si hay alguien más.

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